sábado, 9 de junio de 2012

INTRODUCCIÓN.


El prólogo del traductor griego ofrece información sobre el autor y la obra. La "Sabiduría de Jesús Ben Sira" fue un libro tan leído en la Iglesia antigua, que adquirió la denominación de Eclesiástico. Los judíos en general y una parte de la antigua Iglesia no consideraban este libro como canónico, aunque se leía en la iglesia. Por eso el texto hebreo original desapareció bien pronto, la traducción griega tuvo aceptación y una traducción latina libremente ampliada y adaptada pasó a la Vulgata.

En la Edad Media lo citan algunos autores judíos, sobre todo el gran maestro de Fayún en Egipto, Saadías. Parece ser que un árabe encontró una copia en una cueva cerca de Jericó a fines del siglo VIII, y el texto llegó de ese modo a Egipto. Una secta judía lo utilizó durante un par de siglos, pero otra secta consiguió eliminarlo en el siglo XII. El libro desaparece en una gen iza o depósito de El Cairo.

A finales del siglo pasado, unos investigadores ingleses recobraron diversos manuscritos, que equivalen a dos tercios de la obra completa. En 1931, 1958 Y 1960 aparecen nuevos fragmentos breves. En 1966 se encuentran varias páginas en las excavaciones de Masada. Podemos esperar que se encuentren más fragmentos.

Los hallazgos y estudios recientes demuestran el valor superior del texto hebreo. La presente traducción está hecha de ese texto, teniendo en cuenta variantes y la traducción griega; donde falta el texto hebreo, sigo el texto griego I o breve. Sigo la numeración de dichos textos, que con frecuencia salta números.

Texto hebreo existente hoy: 3,6-16,26; 18,32-19,2; 20,5-7.13; 25,7 -8.13.17 -24; 26,1-3.13-17; 30,11-38,27; 39.15-51,30. En algunas traducciones antiguas y modernas seis capítulos se encuentran traspuestos, según la siguiente correspondencia: 31 = 34, 32 = 35, 33 = 36,34 = 31,35 = 32,36 = 33.

Con Jesús Ben Sira alcanzamos un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones, el autor se dedicó al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría o sensatez, prudencia y experiencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) Y la necesidad de la oración (39,5-8). En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone quizá que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de viris illustribus.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y éste se traduce en el cumplimiento de la ley. Uno, dos o los tres miembros recurren en el libro como leitmotif, cerrando instrucciones o bloques mayores. Siguiendo la tradición de Prov 1-9, presenta varias veces a la Sabiduría personificada. Su manera frecuente de razonar es la consideración del doble aspecto: casi todos los problemas o situaciones humanas presentan dos aspectos, sus más y sus menos. El autor lo reconoce y lo expone manteniendo un hábil equilibrio. No es un teólogo profundo o elevado, es un pensador sensato.

Acepta recursos de estilo tradicionales: proverbios numéricos, un poema alfabético, juegos de palabras, paronomasias, la pregunta didáctica, la objeción anticipada. Parecen aportaciones suyas: la división en estrofas, las series de unos veinte miembros homogéneos, p. ej. "hay", "antes de", el reparto artificioso con movimiento de péndulo, las ternas. El libro es una colección medianamente compuesta: retorna sobre el mismo argumento, salta de tema. Lo más que podemos identificar son algunos bloques de temas emparentados. 

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