El prólogo del
traductor griego ofrece información sobre el autor y la obra. La "Sabiduría
de Jesús Ben Sira" fue un libro tan leído en la Iglesia antigua, que adquirió
la denominación de Eclesiástico. Los judíos en general y una parte de la
antigua Iglesia no consideraban este libro como canónico, aunque se leía en la
iglesia. Por eso el texto hebreo original desapareció bien pronto, la
traducción griega tuvo aceptación y una traducción latina libremente ampliada y adaptada pasó a la
Vulgata.
En la Edad
Media lo citan algunos autores judíos, sobre todo el gran maestro de Fayún en
Egipto, Saadías. Parece ser que un árabe encontró una copia en una cueva cerca
de Jericó a fines del siglo VIII, y el texto llegó de ese modo a Egipto. Una secta judía lo utilizó durante un
par de siglos, pero otra secta consiguió eliminarlo en el siglo XII. El libro
desaparece en una gen iza o depósito de El Cairo.
A finales del
siglo pasado, unos investigadores ingleses recobraron diversos manuscritos, que
equivalen a dos tercios de la obra completa. En 1931, 1958 Y 1960 aparecen
nuevos fragmentos breves. En 1966 se encuentran varias páginas en las
excavaciones de Masada. Podemos esperar que se encuentren más fragmentos.
Los hallazgos y
estudios recientes demuestran el valor superior del texto hebreo. La presente
traducción está hecha de ese texto, teniendo en cuenta variantes y la traducción
griega; donde falta el texto hebreo, sigo el texto griego I o breve. Sigo la numeración de dichos textos, que
con frecuencia salta números.
Texto hebreo
existente hoy: 3,6-16,26; 18,32-19,2; 20,5-7.13; 25,7 -8.13.17 -24; 26,1-3.13-17;
30,11-38,27; 39.15-51,30. En algunas traducciones antiguas y modernas seis capítulos
se encuentran traspuestos, según la siguiente correspondencia: 31 = 34, 32 = 35, 33 = 36,34 = 31,35
= 32,36 = 33.
Con Jesús Ben
Sira alcanzamos un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela.
Según sus confesiones, el autor se dedicó al estudio, enseñanza y exposición de
lo que era tradicionalmente la sabiduría o sensatez, prudencia y experiencia.
Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión;
al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) Y la necesidad
de la oración (39,5-8). En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en
el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario
no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone
quizá que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo
resumen de historia, en forma de viris illustribus.
El principio de
su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el
respeto o reverencia de Dios, y éste se traduce en el cumplimiento de la ley. Uno,
dos o los tres miembros recurren en el libro como leitmotif, cerrando instrucciones o bloques mayores. Siguiendo
la tradición de Prov 1-9, presenta varias veces a la Sabiduría personificada.
Su manera frecuente de razonar es la consideración del doble aspecto: casi
todos los problemas o situaciones humanas presentan dos aspectos, sus más y sus
menos. El autor lo reconoce y lo expone manteniendo un hábil equilibrio. No es
un teólogo profundo o elevado, es un pensador sensato.
Acepta recursos
de estilo tradicionales: proverbios numéricos, un poema alfabético, juegos de
palabras, paronomasias, la pregunta didáctica, la objeción anticipada. Parecen
aportaciones suyas: la división en estrofas, las series de unos veinte miembros
homogéneos, p. ej. "hay", "antes de", el reparto artificioso
con movimiento de péndulo, las ternas. El libro es una colección medianamente
compuesta: retorna sobre el mismo argumento, salta de tema. Lo más que podemos identificar
son algunos bloques de temas emparentados.
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