viernes, 15 de junio de 2012

CAPITULO 11.




Apariencias y juicio de Dios

11 1Pobre sensato lleva alta la cabeza
y se sentará entre los nobles.
2No alabes a un hombre por su nobleza
ni lo desprecies por su fealdad:
3la abeja es la menor entre lo que vuela,
pero su cosecha es la más escogida.
4No te rías de la capa gastada
ni te burles de pesares cotidianos,
porque las obras del Señor son admirables
y sus acciones, inexplicables para los hombres.
5Muchos miserables se han sentado en tronos
y quien no se pensaba ciñó diadema;
6muchos jefes fueron abatidos
y también nobles cayeron en poder de otros.
7 Antes de averiguar, no critiques;
examina primero y después juzgarás.
8Hijo mío, no respondas antes de escuchar
y no interrumpas en medio del discurso;
9en cosas sin importancia no te entretengas
ni te metas en pleito de arrogantes.
10Hijo mío, no multipliques tus ocupaciones:
el que ansía enriquecerse no quedará impune.
Hijo mío, si no corres, no llegarás;
si no buscas, no encontrarás.
11 Hay quien trabaja y suda y corre,
y con todo llega tarde;
12otro es pobre y vagabundo, falto de todo y sobrado de miseria,
pero el Señor se fija en él para bien y lo levanta de la basura,
13le hace levantar la cabeza, 
y muchos se asombran al verlo.
14Bien y mal, vida y muerte,
pobreza y riqueza vienen del Señor;
15sabiduría, prudencia y sensatez proceden del Señor,
castigo y camino recto proceden del Señor.
16La ignorancia y la oscuridad se crearon para los criminales,
y el mal acompaña a los malvados;
17pero el don del Señor es para el justo,
y su favor asegura el éxito.
18Uno se hace rico a fuerza de privaciones,
y le toca esta recompensa;
19cuando dice: «Ahora puedo descansar,
ahora comeré de mis pensiones»,
no sabe cuánto pasará hasta que lo deje a otro y muera.
20Hijo mío, cumple tu deber, ocúpate de él,
envejece en tu tarea;
21no admires a los malhechores,
espera en el Señor y aguarda su luz;
porque el Señor puede juzgar oportuno
enriquecer en un instante al pobre.
22La bendición del Señor es la suerte del justo,
y a su tiempo florece su esperanza.
23No digas: He despachado mis asuntos,
y ahora, ¿qué me queda?
24No digas: Ya tengo bastante,
¿qué mal me puede suceder?
25Un día dichoso hace olvidar la desgracia,
un día desgraciado hace olvidar la dicha;
26fácil es para Dios, a la hora de la muerte,
pagar al hombre su conducta.
27Un mal momento hace olvidar los placeres;
el fin del hombre declara quién es.
28Antes de informarte, no declares dichoso a nadie:
su desenlace mostrará si es dichoso;
antes de que muera, no declares dichoso a nadie;
en el desenlace se conoce el hombre.
 

Cautela con el desconocido  

29No metas en tu casa a cualquiera:
el vendedor ambulante sabe muchas mañas.
(Como cesta llena de pájaros
están llenas sus casas de fraudes).
30Como pájaro encerrado en la cesta
es el corazón soberbio: acecha como lobo a su presa.
(Cuántos son los delitos del codicioso:
como mastín devora una casa).
Es violento el codicioso:
llega y pone pleito a todos los bienes.
El vendedor ambulante, como un oso,
acecha la casa de los insolentes,
como espía busca un punto desguarnecido.
31El murmurador convierte el bien en mal
y cuenta falsedades de tus riquezas.
32Una chispa enciende muchos carbones
el malvado acecha para matar.
33Guárdate del malo, que engendra males
y te echará una infamia perpetua;
no te juntes con el malvado, que torcerá tu camino
y te apartará de tus parientes;
34el vecino desconocido desviará tu conducta
y te enajenará de tus familiares. 


11,1-13 Los dos versos finales hablan del pobre: mientras el primero atribuye su promoción a su habilidad o talento, el último lo atribuye a la acción soberana de Dios. "Sentarse entre los nobles" es compartir con ellos tareas de gobierno.
11,1 Ec17,2.
11,2-3 Comienza otra serie negativa breve con motivaciones y ampliaciones. "Por la belleza" puede recordar el juicio de Samuel sobre los hijos de Jesé: 1 Sm 16,7. La "abeja" comparada a las aves: ella sola produce miel.
11,4 "Días amargos" son los de la pobreza. La intervención divina introduce un factor imprevisible, que invalida juicios y cálculos humanos.
11,5-6 El argumento, con su forma típica "muchos", apela a la experiencia histórica sin
especificar; no es un caso, sino una constante.
11,5 Sal 113,7-8.
11,7 "Averiguar" puede tener sentido genérico o sentido judicial: Dt 13,14.
11,8 Véase Prov 18,13.
11,10 Véase Prov 28,20.
11,10b-11 El texto hebreo afirma la necesidad del esfuerzo humano y enseguida lo corrige apelando a la intervención divina. El argumento es de experiencia.
11,12-13 Es la enseñanza de 1 Sm 2,8; Sal 113,8.
11,14-17 Este principio general explica en este puesto lo anterior: Dios puede exaltar al pobre porque es el origen y controla todos los acontecimientos. Como principio general, desborda su valor en este puesto. "Bien y mal, vida y muerte" están vinculados en el relato de Gn 3 y en la predicación de Dt 30, 15.19. "Pobreza y riqueza": Prov 22,2. En el plano sapiencial sólo recoge los valores positivos, no les opone necedad o insensatez; como si éstos no procediesen de Dios. En vez de "castigo" el término puede significar "fracaso". Al final se impone el principio de la retribución, para malvados y honrados. La oscuridad puede unir su significado con la "ignorancia"; en otras ocasiones las tinieblas simbolizan la muerte. Se contrapone un genérico "favor" divino que garantiza el "éxito".
11,18-19 Recoge el tema apuntado de la riqueza en una especie de parábola minúscula: compárese con Lc 12,16-21; véanse también Sal 39,7; 49,11.
11,20-22 Insiste en temas ya propuestos: la tarea, el pobre enriquecido, el honrado; y la luz que se opone a la tiniebla. La mañana es el tiempo clásico de la gracia divina: Is 59,9; Jr 13,16.
11,23-27 En su tarea el hombre no puede cesar desilusionado, pensando que nada saca en limpio, que nada queda por hacer; ni debe cesar confiado, pensando que ya está seguro. Porque la suerte cambia con sus alternancias, y entonces incluso el recuerdo de la suerte anterior se olvida. Toda la vida está el hombre expuesto a los cambios de fortuna; por eso, la conclusión es que sólo al final descubre el sentido total de la existencia. La retribución no es inmediata: Dios puede esperar hasta el final.
11,28 Comenta la frase final en dos variantes, de las cuales es superior la segunda. Sola la muerte clausura el tejido de la vida, cuando el hombre ya no está expuesto a cambios. La muerte puede ser serena, en edad avanzada, o violenta, antes de tiempo: léanse las quejas de Is 38,10-12; Sal 102,
4.12.24. Dice nuestro refrán: "Al fin loa la vida ya la tarde loa el día".
11,29-34 Esta instrucción se puede subordinar a la anterior, "trato con los hombres". La forma es irregular, con avisos negativos, consejos positivos y aclaraciones. El texto hebreo está mal conservado: unas cuantas variantes, algunas debidas a falsa lectura, han penetrado en el manuscrito. No pudiendo decidir sobre ellas con suficiente probabilidad, traduzco todo el texto y pongo en paréntesis los versos más dudosos.
11,29 El vendedor ambulante o buhonero era una institución de aquella cultura. Tenían mala fama, de tramposos, entrometidos y chismosos. Yendo de casa en casa, fisgaban y luego contaban lo cierto y lo falso; hasta el punto que la raíz rkl se emplea para denominar al calumniador o chismoso: Lv 19,16; Ez 22,9; Prov 11,13; 20,19. La frase en paréntesis es cita de Jr 5,27, atraída al parecer por el verso siguiente.
11,30a Se trata de una perdiz de reclamo, metida en una cesta con trampa. Viene a decir que sus ventas son pretexto para operaciones fraudulentas.
11,30b Quizá sea adición. "Cesta" y "mastín" se distinguen en hebreo por las vocales. No está claro si el "codicioso" es el mismo personaje; el contexto favorece dicha interpretación.
11,30d Con intención de robar más tarde. Pero no sabemos cómo encajar "la casa de los insolentes".
11,31-34 El personaje es ahora un malvado y un vecino extranjero: el contexto los incluye entre los desconocidos. Teniendo en cuenta el trasiego de la época, Ben Sira pudo precaver a los judíos de Palestina para que no se fiasen de cualquier forastero, y a los de la diáspora, para que vigilasen su trato con extranjeros. Estaba en peligro la religión y costumbres patrias. La imagen de la chispa y el fuego describe el contagio fatal. Dice el refrán español: "Al cabo del año tiene el mozo las mañas del amo".
11,31 Este murmurador encaja bien en la figura del buhonero descrito.

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