Oración por Israel
(Sal 79)
(Sal 79)
36
1Salvanos, Dios del universo,
2infunde tu terror a todas las naciones;
3amenaza con tu mano al pueblo extranjero
para que sienta tu poder.
3amenaza con tu mano al pueblo extranjero
para que sienta tu poder.
4Como les mostraste tu santidad al castigamos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos;
5para que sepan, como nosotros lo sabemos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos;
5para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
6Renueva los prodigios, repite los portentos;
7exalta tu mano, robustece tu brazo;
7exalta tu mano, robustece tu brazo;
8despierta la ira, derrama la cólera;
9doblega al agresor, dispersa al enemigo;
10apresura el término, atiende al plazo,
10apresura el término, atiende al plazo,
pues ¿quién podrá decirte «qué haces»?
11Que un fuego vengador devore a los que escapan,
que los opresores de tu pueblo vayan a la ruina.
12Aplasta la cabeza de los jefes enemigos
que los opresores de tu pueblo vayan a la ruina.
12Aplasta la cabeza de los jefes enemigos
que dicen: «Nadie más que nosotros».
13Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
17Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre;
de Israel, a quien nombraste tu primogénito;
18ten compasión de tu ciudad santa,
17Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre;
de Israel, a quien nombraste tu primogénito;
18ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu residencia.
19L1ena a Sión de tu majestad,
19L1ena a Sión de tu majestad,
y tu templo de tu gloria.
20Da una prueba de tus obras antiguas,
cumple las profecías pronunciadas en tu nombre,
21recompensa a los que esperan en ti
21recompensa a los que esperan en ti
y saca veraces a tus profetas,
22escucha la súplica de tus siervos por amor a tu pueblo
y reconozcan los confines del orbe que tú eres Dios
eterno.
Elección de mujer
(Eclo 25-26; Prov 31,10-31)
(Eclo 25-26; Prov 31,10-31)
23El estómago recibe cualquier comida,
pero hay comidas más sabrosas que otras;
24el paladar distingue los manjares,
24el paladar distingue los manjares,
la mente distingue las mentiras;
25el intrigante provoca desgracias,
25el intrigante provoca desgracias,
el experimentado las retorcerá contra él.
26La mujer acepta cualquier marido,
pero unas jóvenes son más bellas que otras.
27La belleza de la mujer ilumina el rostro
27La belleza de la mujer ilumina el rostro
y sobrepasa todo lo deseable;
28si además habla acariciando,
su marido no es un mortal;
29tomar mujer es el mejor negocio:
auxilio y defensa, columna y apoyo.
30Viña sin tapia será saqueada,
hombre sin mujer andará vagabundo;
31¿quién se fía de la soldadesca
31¿quién se fía de la soldadesca
que anda saltando de ciudad en ciudad?,
así el hombre sin nido,
así el hombre sin nido,
que se acuesta donde lo alcanza la noche.
36,1-22 La situación histórica es el dominio de los
Diadocos en Palestina: no es posible precisar más. La súplica recoge motivos tradicionales
del género, abundantes en los salmos, y se distingue por el movimiento apasionado
más que por las imágenes. Por su carácter genérico esta plegaria puede servir como
formulario para ocasiones semejantes, y hasta adquiere sentido escatológico.
36,1-3 La situación histórica está vista en un contexto universal que el Señor domina: 45,23; 50,22; Isaías Segundo.
36,4-5 Castigando revela Dios la santidad, que no
puede tolerar la injusticia, la rebeldía, el pecado; la santidad divina es exigencia.
La gloria aparece como presencia activa y poderosa de Dios, estrechamente unida
a la santidad. El resultado de esa doble manifestación es el reconocimiento
humano del verdadero Dios, la victoria sobre la idolatría: Ez 28,22; 38,23.
36,6 En la situación histórica presente tiene que
hacerse actual la historia pretérita. La experiencia pasada de salvación funda
la confianza presente y el fervor de la súplica, pero no puede consistir en
puro recuerdo inoperante. Dios tiene que demostrar su continuidad y coherencia,
a las que apela la plegaria. Hay que notar en los versos siguientes el estrechamiento
al sucederse los imperativos.
36,7-8 Mano y brazo son símbolo de la acción
histórica de Dios; ira y cólera son su reacción apasionada contra la
injusticia.
36,10-11 Dios tiene sus momentos, sus días, en la
historia: Sal 75,3; sabe esperar hasta la sazón, Is 18,4-5. El hombre se impacienta
y reclama a Dios: quizás el autor pretende una adversativa, "pero ¿quién
puede pedirte cuentas de lo que haces?"
36,12 Es el grito soberbio de Babilonia en la cumbre
de su poderío: Is 47,8-10.
36,13-16 Israel está disperso: los judíos sueñan con
la restauración de la vieja unidad en la tierra prometida.
36,17 Véase Dt 28,10; Is 43,1-7.
36,18 A la restauración pertenece la reconstrucción
de la ciudad y el templo, signos de la elección, presencia de la gloria.
36,20-22 En las muchas profecías de restauración
estaba empeñada la palabra de Dios: el autor puede pensar sobre todo en Isaías
Segundo. Pero no ha visto que su plegaria es más bien profecía en forma de deseo,
y que la respuesta de Dios no vendrá como simple restauración, sino superando todo
deseo y expectación. La súplica adquiere muy pronto valor escatológico.
36,23-37,15 Tres capítulos del arte de elegir: los tres
primeros versos sirven de introducción a las tres partes.
36,23-25 También nosotros empleamos la imagen del "gusto".
Ben Sira piensa en un gusto entrenado y acertado, porque hay muchos que
intentan engañar con apariencias. El paladar saborea y distingue, y de modo
semejante, la reflexión experimentada. Se puede decir que el gusto, como capacidad
de discernir con acierto, es cualidad sapiencial.
El verso 25 desborda el tema, sería el paso
siguiente al discernir.
36,26-29 Con lógica no muy rigurosa, el autor introduce
a la mujer como sujeto agente. La referencia sexual no está ausente, y favorece
el salto. El hombre debe distanciarse, porque a él le toca elegir: es la
situación social de la época.
36,27 Véase 26,13-18.
36,28 En la tradición sapiencial lo que de ordinario
se teme de una mujer es el mal genio y la mala lengua: Prov 21,9;19; 25,24; 26,21;
27,15. Por contraste resalta el valor de una lengua que cura.
36,29 Gen 2,18.20; Prov 18,22. El libro de Tobías ilustra
la enseñanza.
36,31 Parece referirse a las tropas griegas mercenarias.
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