domingo, 8 de julio de 2012

CAPÍTULO 33.


Proverbios varios

33 1El que teme al Señor no sufrirá desgracias,
sino que saldrá salvo de la prueba.
2El que odia la Ley no llega a sabio,
será como barco sacudido por la tempestad:
3el hombre prudente entiende la palabra del Señor
y su consejo es de fiar como un oráculo.
4Prepara tu asunto antes de realizarlo
y arregla la casa antes de habitarla.
5Rueda de carro es la mente del necio,
aro que gira sus pensamientos.
6Amigo antipático es como caballo en celo,
que relincha bajo cualquier jinete.

Oposiciones

7¿Por qué un día es distinto de otro día,
si todos repiten la luz del sol?
8La sabiduría de Dios los distinguió
y estableció entre ellos días festivos;
9bendijo uno de ellos y lo santificó,
a los demás los hizo numerarios.
10Todos los hombres son piezas de barro,
pues de arcilla fue creado el hombre;
11pero la sabiduría de Dios los distingue,
los hizo habitar la tierra e hizo diferentes sus destinos.
12A unos los bendice y exalta, a unos los consagra y acerca a sí;
a otros los maldice y humilla y los arroja de sus puestos.
13Como está el barro en mano del alfarero,
que lo maneja a su voluntad,
así está el hombre en manos de su Hacedor,
que le asigna un puesto en su presencia.
14Frente al mal está el bien, frente a la vida la muerte,
frente al honrado el malvado, frente a la luz las tinieblas.
15Contempla las obras de Dios:
todas de dos en dos, una corresponde a otra.

El autor

16yo quedé en vela el último,
como quien rebusca tras los viñadores;
17madrugué con la bendición del Señor,
y como cosechero llené mi lagar.
18Mirad que no he trabajado para mí solo,
sino para todos los que buscan sabiduría.
19Escuchadme, jefes de un pueblo noble;
prestadme oído los que gobernáis la asamblea.

Testamentos

20aNi a hijo ni a mujer, ni a amigo ni a vecino
des poder sobre ti mientras vivas;
21mientras vivas y respires
no te sometas a nadie;
20bNo entregues lo tuyo a otro,
no tengas que cambiar y suplicarle:
22mejor es que tus hijos te supliquen
que estar tú a merced de ellos.
23Sé dueño de todos tus asuntos,
y que no caiga mancha en tu reputación.
24Cuando se cumpla el número de tus breves días,
el día de la muerte, repartirás tu herencia

Siervos
(Ef 6,5-9; Col 3,22-24; Tit 2,9-10)

25Al asno, pienso, látigo y carga; al siervo, sujeción y tareas;
26haz trabajar al siervo sin descanso que si alza la cabeza, te traiciona;
28haz trabajar al siervo para que no se rebele,
29porque la pereza trae mucha malicia;
27con yugo y coyundas y vara firme del que lo guía,
30al siervo malo cárgalo de cadenas.
Pero no te excedas con ningún hombre
ni hagas nada injustamente.
31Si tienes un solo siervo, trátalo como a ti mismo,
pues lo has comprado a precio de sangre;
si tienes un solo siervo, considéralo un hermano,
no tengas celos de tu propia sangre.
32Si lo maltratas, se escapará y lo perderás,
¿por qué camino podrás encontrarlo?

33,2-5 Cinco proverbios más o menos ligados. El v. 2 se parece a 32,17, pero es original por la imagen; el v. 3 parece resonancia de 32,16.18; el v. 4 recuerda 32,19, con datos más concretos. Los dos últimos valen por las imágenes.

33,2 Véase Sal 107,23-27 y Jonás.

33,3 En otros tiempos el Señor respondía con el oráculo profético o sacerdotal, que se llamaba "palabra de Dios"; ahora el sabio se ha asimilado esa "palabra de Dios", y así puede ofrecer su consejo a manera de oráculo. Prov 16,10.

33,5 Véase 21,26.

33,7-15 En doce versos ofrece Ben Sira un pequeño tratado teológico sobre la distinción de los seres. Es pieza capital de su pensamiento filosófico y teológico, que se inspira en la "división o separación" realizada por Dios al crear, Gn 1.

33,7 El maestro comienza proponiendo el problema en forma de pregunta, o bien un alumno presenta el enigma. El punto de partida es la experiencia cósmica y cúltica, a la cual se le busca el porqué. Una cosa obvia y cotidiana se convierte en problema para la reflexión sapiencial; podría quedarse en análisis filosófico, pero el "sabio" es teólogo.

33,8-9 La razón es simple: según el Génesis, Dios creó el sol y le asignó, entre otras funciones, la de "señalar las fiestas". Así se explica el sol único y la variedad de las fiestas como institución divina. Aquí tenemos la distinción de los "tiempos sacros" separados del resto. Los demás días son "numerarios", porque no tienen nombre especial como el "sábado" (el latín cristiano y el portugués moderno cuentan por números los días de la semana: "feria secunda, tertia ... "). El carácter numerario no implica condenación o desprecio, sino que es fondo de la elección. Véase Ex 20,8.11.

33,10-12 De los días pasamos a los hombres, y el problema se complica: también aquí parte el maestro del hecho empírico, la grave diferencia entre los hombres. Todos tienen un origen común, el barro: ¿por qué son distintos? El estado del texto nos niega una respuesta categórica: "los hizo habitar la tierra" es doctrina tradicional, aquí poco necesaria y que carga el ritmo; la frase siguiente en griego lleva a Dios por sujeto: "hizo diferentes sus destinos"; en el hebreo falta la letra decisiva que nos diría si el sujeto es Dios o los hombres mismos. En el primer caso, sería como el griego; en el segundo caso son los hombres los que «hicieron diversos sus caminos», según la doctrina tradicional, y según la enseñanza del autor en cap. 15.

33,12 Este verso parece confirmar la última explicación, pues repite una doctrina bien porque sin la gloria de Cristo, que destina a los hombres a la glorificación, el problema está más planteado que resuelto.

33,16-19 A la reflexión teológica sobre los planes de Dios añade el autor una confesión sobre su propio trabajo (como al final del capítulo 24). Ha sido el último en acostarse y el primero en levantarse, ha llegado a la tarea después que otros, y se les ha adelantado en los hallazgos. Ben Sira es casi el último autor del Antiguo Testamento, y ve delante de sí otros muchos: eso le ha permitido recoger una tradición, que él mismo está enriqueciendo. Trabajo puesto al servicio de otros: 24,34; sobre las comparaciones véase Lv 19,10; Dt 24,21. Ahora reclama la atención de los gobernantes del pueblo, véase Sab 6,2. Léanse estos versos como introducción a una nueva serie.

33,20-24 El hombre debe mientras vive conservar la posesión de su fortuna y la dirección de sus negocios; de lo contrario se expone a quedar a merced de sus hijos. La hora de transmitir las posesiones es el momento de la muerte, por testamento. Entregar el dinero es dar poder sobre la propia vida.

33,25-32 Sobre el siervo la doctrina se equilibra en dos estrofas complementarias. Por una parte la severidad, que previene pereza, rebeldía, deslealtad; por otra parte el respeto y afecto.

33,25 Véase Prov 26,3.

33,27 Dudosa la posición y el texto: el hebreo lleva sólo nombres, el griego lee "yugo y coyundas doblan la cerviz". El siervo se compara a un animal: simple comparación lo que es doctrina en otras culturas. Compárese Prov 29,19; Ecl 42,5.

33,30-31 En la segunda parte el siervo es hombre, no menos que el dueño: quizás el hebreo leía «tu carne y sangre», expresión enérgica que afirma la igualdad. Tampoco falta la motivación interesada, por si las otras no convencen. Véase 7,20; Dt 2. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario